Steve Dixon: año y lugar de nacimiento desconocidos. Es el guardaespaldas de Daniel Ward. Un personaje misterioso, una sombra imperceptible que vela por la seguridad del deportista. Testigo y cómplice de la vida del jugador, el pasado y presente de Steve es una incógnita.
Steve Dixon te necesita: guía la historia a través de las encuestas de nuestro IG Stories (@maria.romeromedinilla).
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Mi nombre es Steve. Tú me has elegido, ¿qué quieres saber de mí? Soy guardaespaldas. Yo veo, escucho, actúo si se precisa, callo y trago mierda a cucharadas 💩 Estoy cansado de esta porquería de trabajo, aburrido de aguantar a niñatos egocéntricos que limpian su culo pijo con billetes de 100 pavos 💵, pero las facturas no se pagan solas.
Normalmente, tan solo debo mantener a raya a alguna fanática desaforada y a sus celosos novios. En los peores casos, tengo que intervenir en peleas entre pusilánimes alcoholizados 🥴, vigilar el escenario de fortuitos encuentros sexuales ❤️, amenazar a periodistas entrometidos 🎙️, recoger mercancías ilegales 💊 y limpiar vómitos de la alfombrilla del coche 🤢. Lo normal, ¿verdad? Ya te lo dije, un puto asco.
📍 Actualmente, llevo unos meses trabajando para Daniel Ward, un baloncestista de la NBA 🏀 Llegué a él porque soy colega de su último guardaespaldas, el cual renunció al extremado estilo de vida del deportista al que le gusta más una fiesta que botar el balón y quien atrae tantos problemas como ladillas 🐛 😬
Aunque puede sonar complicado, para mí, acompañar a ‘The Ward’ en su día a día es como para un jubilado acudir al parque a jugar a la petanca. No me supone ningún tipo de esfuerzo y, a cambio, costeo la universidad de mi hija y el tratamiento de mi mujer: una hija que no me habla y una mujer que no me recuerda. Pero eso es otra historia.
Espera. Me llaman por teléfono 📲
—Señor Ward, dígame —me pide que acuda inmediatamente a recogerle al Quicken Loans Arena—. Allí estaré.
Nada más colgar, recibo un mensaje de… ¿mi hija?: “Papá, tengo que hablar contigo”.
¿Qué hago? ¿Cumplo con mi trabajo y voy a buscar a Daniel o priorizo la charla con mi hija?
RESULTADO DE LA ENCUESTA:
“Hablar con mi hija” (69 %)
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Aunque sé que me va a caer la del pulpo si no llego a tiempo a recoger al señor Ward, decido hablar con mi hija, ya que deduzco que debe querer tratar un asunto de vital importancia: Sophia solo llama para escupir reproches o para pedirme dinero.
—Hola, cielo —saludo con el tono más dulce que soy capaz de fingir.
—Mamá se viene conmigo —me suelta a bocajarro—. Solo quería que lo supieras.
—¿De qué estás hablando, Sophia? —exijo saber con cierta aspereza.
—Quiero tener a mamá conmigo en Connecticut. Tu oportunidad ha pasado. En Cleveland está muy sola y no voy a
dejar que se deje morir en ese asqueroso manicomio.
—Es un centro de salud mental y está bien atendida. Yo voy a verla…
—¿Una vez al mes? —me interrumpe—. Siempre priorizas tu trabajo. Está por encima ese imbécil con el que trabajas que tu familia, y bastante hemos pasado ya con lo de Emma.
—Exacto, Sophia. “Hemos”, tú misma lo has dicho. No solo ha sufrido mamá o tú, yo también. No te haces la idea de cuánto —concreto hastiado de tanta reprimenda—. Lo de Emma fue un accidente. Un terrible y trágico accidente.
—No te equivoques. Fue una imprudencia, una negligencia por tu parte —aclara Sophia—. Si tú hubieses ido a buscarla al colegio a su hora, no hubiese pasado lo que pasó. No te lo perdonaré nunca, Steve.
Desde aquel fatídico día, mi hija mayor dejó de llamarme cariñosamente “papá” y pasó a emplear mi nombre de pila cargado de odio y rencor. Además, todas nuestras conversaciones giraban en torno a una búsqueda desesperada de culpables y a una necesidad imperiosa de castigo.
—Te recuerdo que fuiste tú la que decidió hacer su vida en otro Estado, por lo que tu madre se quedará en Cleveland.
—Steve, solo te voy a decir una vez: mamá se viene conmigo, si es por las buenas o por las malas solo lo decides tú.
¿Qué hago? ¿Permito que mi mujer se traslade a Connecticut con una hija que me aborrece o lucho por dejarla en Cleveland a mi lado?
RESULTADO DE LA ENCUESTA:
“Se queda conmigo” (64 %)
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Por encima de mi cadáver. ¿De qué va esta cría? 🤷🏻♂️ Por muy hija mía que sea, no tiene el derecho de hablarme con ese tonito de superioridad. Sé que mi familia me responsabiliza de todo lo malo que nos ha sucedido durante el último año, pero nadie es capaz de empatizar con mi dolor, con la culpa que ya arrastro de serie, más allá de la que me intentan encasquetar.
—Sophia, si estás en Connecticut es porque yo te lo estoy pagando con ese trabajo que dices que priorizo. Si lo prefieres, puedo dejar de priorizarlo, empezar a tocarme la polla y, por lo tanto, dejar de pasarte la pasta que paga tu universidad 💵👩🎓 Ya veremos cuánto tardas en volver a Cleveland, conmigo y con tu madre, para suplicarle al “imbécil” de mi jefe que vuelva a ingresarme el sueldo que costea tus estudios —hago una pausa, que me sirve para regodearme de placer por mi discurso implacable—. Quizá es la solución para que dejes a tu madre en paz.
Cuelga 📵 No esperaba menos. Sophia es muy impulsiva. Un día se levanta con una idea, se engresca y da por culo hasta que la consigue. Hasta que la consigue o no, pero da por culo igual. Lo que tenía claro es que mi mujer se iba a quedar conmigo. Quizá no me recuerda, pero yo a ella sí. Y es el amor de mi vida ❤️
📍 Llego con retraso al Quicken Loans Arena. Daniel Ward me espera en el aparcamiento privado del pabellón, cargado con su maleta de entrenamiento y con expresión de hartazgo y desesperación 😤
—¿Dónde coño te habías metido, Steve? —protesta el señor Ward nada más subirse al vehículo—. Te he llamado hace media hora —se sienta en los asientos traseros y se abrocha el cinturón de seguridad—. ¿Me vas a contar qué cojones ha pasado y por qué voy a llegar tarde al evento o prefieres que te despida?
¿Qué hago? ¿Le cuento la verdad o le suelto una milonga?
RESULTADO DE LA ENCUESTA:
“Digo la verdad” (53 %)
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Menudo dilema. La desastrosa conversación con mi hija Sophia me había hecho llegar tarde al curro y ahora me tocaba enfrentar a un jefe muy cabreado. Y no a un jefe cualquiera, sino a Daniel Ward, base estrella de los Cleveland Cavaliers de la NBA 🏀 Nada más recogerlo en el Quicken Loans Arena, me exige justificar mi retraso.
—Yo… eh… —titubeo. “¿Cuento una verdad? ¿Mejor una mentira?”, me pregunto desde mi fuero interno—. Disculpe señor Ward, no volverá a pasar —termino respondiendo, sin entrar en detalles.
—Eso si te doy otra oportunidad —contesta él, sabedor de que esa decisión dependía única y exclusivamente de él—. Espero que tu mujer esté bien —agrega tras un incómodo silencio, destruyendo con sus palabras el tenso ambiente que se había formado.
Daniel Ward es un capullo, eso lo sabe hasta el que no ha visto un partido de baloncesto en su vida; pero lo que desconoce mucha gente es que, detrás de esa apariencia de niñato egocéntrico, hay un tío de puta madre.
—Sí, señor. Es mi hija la que me está tocando las pelotas desde Connecticut —aclaro—, pero nada que amenazarla sin pasta no arregle.
—Por esas cosas uso condón —bromea, con la mirada pérdida a través de la ventanilla—. Por eso y porque, tal y como me ha dicho una amiga, sino me cuido acabaré muriendo de alguna venérea. No quiero volver a verme pus en la polla—instintivamente, se recoloca el paquete con la mano derecha—. Ahora me patrocinan marcas de ropa, pero como siga así serigrafiaré las camisetas con el logotipo de alguna farmacéutica.
Ambos reímos, aunque es un tema bastante serio. Bajo mi humilde punto de vista, ‘The Ward’ necesita dejarse de polvos esporádicos y de bañarse en alcohol, para centrarse en su carrera; de lo contrario, le auguro un futuro de mierda #modovidenteoff.
Hay tráfico 🚘, mierda. ¿Echamos el rato? Venga, va.
¿Qué hago? ¿Pregunto por “la amiga” de la que me ha hablado o por el evento al que acudimos?
RESULTADO DE LA ENCUESTA:
“Hablemos de la amigui” (90 %)
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El tráfico es brutal a esta hora en Cleveland 🚘 El señor Ward no llega a su evento ni de coña. La conversación es distendida y tengo que mantenerla si no quiero que mi jefe se desespere entre los cuatro hierros de este coche.
Me acaba de mencionar a una amiga. Tiraré el tema de la charla por ahí, aunque me importa un cojón el salseo de su vida privada 😅
—¿Nueva conquista, señor Ward? —pregunto, fingiendo interés—. No pierde usted el tiempo.
—Es solo una amiga —insiste, sin entrar en detalles.
En todo el tiempo que he trabajado con Daniel, jamás se ha referido a una mujer como “amiga”. Se rodea de multitud de jóvenes y guapas féminas, pero ninguna pasa de ser un mero entretenimiento para él. Ahora, resulta que tiene una amiga. Interesante 🤨
—¿Y con ella sí va a utilizar condón? —sigo con la broma de las ETS que él mismo había iniciado, con el objetivo de animarle a soltar información.
Ríe tímidamente y aparta la mirada, perdiendo la vista a través de la ventanilla. Pese a que el atardecer ya está dejando paso a la noche 🌇, se pone las gafas de sol, sustituyendo el brillo de sus ojos por las luces de freno de los vehículos que componen la caravana.
—Se llama Juls…, Júlia —me informa, corrigiéndose—. Y ella es distinta al resto —confiesa algo avergonzado—, pero es todo demasiado complicado —resopla acongojado.
Ay. Uy. Oh. Creo que el señor Ward tiene corazón. Es más, creo que el señor Ward se ha enamorado. ¡Ja!
¿Qué me interesa saber? ¿Por qué es distinta o por qué es complicado?
RESULTADO DE LA ENCUESTA:
“¿Por qué es complicado?” (56 %)